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sábado, 24 de noviembre de 2012
sábado, 10 de noviembre de 2012
Kafka en la orilla
A veces, el
destino se parece a una pequeña
tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo
intentando esquivarla. Entonces la tormenta también cambia de dirección,
siguiéndote a ti.
Tú vuelves a
cambiar de rumbo, y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto
se repite una y otra vez. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de
lejos y no guarde relación contigo. Esta
tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo
único que puedes hacer es resignarte,
meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para
que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior
no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí
sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del
cielo. Imagínate una tormenta como esta.
Y tú en verdad la
atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillos se tratase.
Cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida, ¡No!. Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.
viernes, 26 de octubre de 2012
jueves, 18 de octubre de 2012
En algún momento pensé en poner esto en mi pared, es toda una secuencia de cosas agradables:
Enamorarse. Reírse hasta que te duela. Una ducha caliente. Nadie delante de tí en el supermercado. Una mirada. Recibir correo. Dar una vuelta en coche. Escuchar como llueve. Una llamada. La playa. Reírse de uno mismo. Las llamadas a media noche que duran horas. Los amigos. Un helado. Los viajes en coche con los colegas. El sexo. Tener un sueño bonito. La ilusión. Ganar un desafío. Coger de la mano a alguien que quieres. Oír las risas de tus amigos. Encontrarte por la calle con un viejo conocido y descubrir que algunas cosas (buenas o malas) no cambian nunca. Ver amanecer. Hacer un regalo. Que te besen. Despertarte y ver que aún te quedan horas para dormir. Escuchar de manera casual a alguien que dice algo bonito sobre tí. Superarse.
lunes, 15 de octubre de 2012
Quizá ayer, en tu viaje de regreso, volviste la cabeza
hacia atrás y me viste, me viste cuando te miraste, me viste cuando te
analizaste. Me recordaste. O quizá abriste tu mochila y me nombraste. O diste
tu primer bocado y me viste, en el reflejo de tu gaseosa, o en el hielo sumergido.
O acondicionaste tus neuronas, o limpiaste tu pecho o desplegaste las alas
vacías, llenas de plumas rotas, y abriste tu mente, y ahí concientizaste. Y en
algún recoveco de tu concientización, en tu viaje de regreso, en el verde de la
carretera, en las ruedas del bus, en el mísero sueño que soñaste cuando te
dormiste durante el viaje, o en la estrofa de la última canción que oíste, me
vi reflejada.
Y frunciste el seño, dejaste las acciones que estabas
realizando, soltaste lo que sostenían tus manos, ahorraste respiros, surcaste
en el tiempo, sonaste silencio por muchos minutos, y al poco tiempo recobraste
tus acciones, juntaste del suelo lo que habían estado sosteniendo tus manos,
tomaste aire y respiraste prolongadamente, volviste del tiempo, pisaste la
tierra y dejaste que todos los lindos sentimientos que experimentaste fueran
sólo un recuerdo… y nunca una intuición.
viernes, 12 de octubre de 2012
Hora de que busquemos en la basura.
Quizá, dentro de éste basurero, puedas encontrar el pedacito de cartón que hace falta a tu rompecabezas.
Quizá la tuerca que buscas para amacizar esa parte de ti que cada noche se cae.
Quizá el rincón olvidado de tu casa.
Quizá el pez azul de tu locura.
Quizá el escudo de uno de tus apellidos.
Quizá la sombra.
Quizá el hueco que dejan las lágrimas al escapar.
Quizá el verano.
Quizá la fecha de tu consagración.
Quizá una flor, o una sonrisa.
O quizá nada.
Quizá, dentro de éste basurero, puedas encontrar el pedacito de cartón que hace falta a tu rompecabezas.
Quizá la tuerca que buscas para amacizar esa parte de ti que cada noche se cae.
Quizá el rincón olvidado de tu casa.
Quizá el pez azul de tu locura.
Quizá el escudo de uno de tus apellidos.
Quizá la sombra.
Quizá el hueco que dejan las lágrimas al escapar.
Quizá el verano.
Quizá la fecha de tu consagración.
Quizá una flor, o una sonrisa.
O quizá nada.
viernes, 21 de septiembre de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
Alguna vez te dediqué alguna sonrisa, o la provocaste. Tal vez fue esa la razón por la que te dejé perdurar. Nadie quiso que quedara tan poco, siquiera que concluyera. Porque no estaba lista para despedirte.
Tampoco quise extrañarte. Quizá nunca lo hice, y sea tal vez la incertidumbre. O tantas incógnitas predominantes saciando el humo de mi mente.
No quise abusar, pero no pude evitar sentirte aunque no estabas. Porque no se dónde estás, ni cuándo y por quién sonreís cuando no estoy yo para verte.
Deja de empeorar las cosas.
No es verdad que estoy tan fuerte. Porque no me da lo mismo que no estés.
No era verdad que estaba en mi sano juicio. Porque no podía seguir olvidándote y recordándote en cada esquina. Porque en todo perdurabas, en cada sitio había trozos tuyos. Y eso me precipitaba.
No era verdad que ya no estabas conmigo, en mí... Oliendo a almendros de huerto.
No sé si la noche es tan larga, o simplemente la monotonía la prolonga.
Provocas tanto insomnio que paso la noche navegando.
Y aunque pueda dormir más temprano, sueño más tiempo con vos.
Y aunque quiera despedirte por última vez, volves jurándome que es la última vez que regresas. Y no dejo de recorrerte, creyendo que es la última vez que te tengo en la memoria, que no puede llenarse de otra cosa, ni auxiliarse en otro sitio.
Sin límites otorgados por mí, y aún sin demasiado tiempo, tengo aún la certeza de concederte todo lo que tengo, todo lo que quieras poseer.
Dime qué quieres y lo armo, preparo o hago crecer por ti.
Si queres tus sueños, la luna, marte o la atmósfera, bajo el cielo hasta a tu habitación.
Si estas cansado y necesitas dormir. Si tenes insomnio y no quieres desvelarte.
Si tenes frío, y no alcanzas la frazada.
Si quieres jardines, planto claveles, violetas, hortalizas, y jazmines... Para amarte.
No se que pude verte, pero se que a nadie más puedo vérselo.
Queda mucho por sentir. Jamás te dejé en el camino porque me siento cómoda llevándote conmigo.
Tal vez duela. Pero me otorgas todo lo que no tengo, lo que me hace falta.
No espero más... Nunca me enseñaras a vivir.
... Te extraño, ¿Te lo dije antes?
jueves, 2 de agosto de 2012
miércoles, 1 de agosto de 2012
Quiero irme, no puedo, mis manos enredadas en su cabello, oliendo a maraña, a cigarros baratos.
Cierra los ojos, no entiende la vida, no hay nada que explicarle, la vida está en él, en sus ruedos pisados, en sus bien formados muslos, en las rasgaduras de su ropa y su piel, en su sonrisa que me pertenece cuando nadie nos ve.
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