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miércoles, 16 de enero de 2013

Poema 6.

A pesar de que acabo de lavarla en tus ojos, el alma no perdona que la lleve en la mano; la mano no comprende tanto cielo en sus dedos. Sin embargo, yo insisto.
Yo me arranqué una cosa que no he puesto en tus uñas. Quizá tu estás ahora donde mis dientes sueñan... Quizá tu estás ahora... Allí donde de súbito tu no usada, tu sonrisa lustrabotas me limpia las pisadas...
Pero ahora, como los cazadores que de pronto le arrancan al bosque sus trinos enlutados, tu palabra me saca de repente del pecho un pájaro asustado, un oculto viajero, pero no lo detengas en las dos estaciones violetas de tus senos, déjalo que te busque, no detengas tu viaje hasta que toque la semilla gigante que a latidos te inunda desde el fondo del pecho, subiendo primavera a mi otoño.

Déjame darte cosas cuando yo estoy dormida.