Y qué burda la
razón, y que deleite causa el delirio.
Tal vez deba
montar más barriletes y pedir menos permiso, y excederme de libertad, también
violentarme menos con los recuerdos, y desintoxicarme con aire benigno de
alguna cóncava sudestada, o atormentarme menos por no sacarme de quicio al
verle los labios, muchas cosa debería encaminar.
Debería
aprovechar que estoy joven y estoy dispuesta, que sino aprovecho de esta
juventud y del soprano para gritar, se me acaba el mojito y el tequila y yo no
quiero enviciarme de nada, y no estar pensando que cuando más trato de
deportarte menos respiro.
Entonces no
hagamos ningún pacto sobre olvidos, o sobre recitales de poemas y lujurias a
escondidas porque el corazón se me bulle, así que perseveremos que en algún momento,
de alguna buena vez te olvide.
¡Y que tosco el
corazón, y el cerebro que ajeno al acto fallido!
Por eso prefiero
que dejes que vuele entre tanto smog que te intoxica y hostiliza y trata de no
abastecer con nada que me haga carga o asfixie y déjame abusar de la libertad,
que estoy muy joven y yo no quiero enviciarme de nada.
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