.

viernes, 5 de abril de 2013

Hemos venido para dar los ojos. Para dar las manos. Para dar el corazón. Hemos venido para darlo todo. Para abrir con nuestros dedos el mundo, y darle luz. Para llamar las cosas por un nombre que las haga nacer. Por eso, ahora estamos destruyéndonos. Por eso, cada día, se habrá de ir un poco de nosotros. Por eso, -Por eso siempre- nuestra angustia será de recobrarnos y estaremos lejos, cada vez más lejos, como en una resaca que nos arrastra mar adentro. 
Es imposible amar a quien ya tiene algo de nosotros. A quien ya tiene olvido en nuestro propio recuerdo. A quien halla su rostro en nuestro rostro. A quien -sin comprenderlo- lleva nuestros ojos. A quien nos queda, apenas, como un sitio en el morir de los días. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario